Artemadriz se ha especializado en trabajar la piedra, el mármol y el granito, especialmente. Materiales naturales que desde tiempo inmemorial han estado destinados con profusión al arte funerario. Son elementos utilizados para la creación de tumbas, nichos o columbarios.

Más allá de la calidad y belleza que presentan estos materiales, habría que identificar los tres elementos mencionados, pues no son pocos los que los confunde o no identifica sus diferencias con suficiente claridad. Este artículo se ha redactado pensando en eliminar las dudas en este sentido para que, llegado el momento de elegir el trabajo para el último descanso, se decida con facilidad tanto la forma de enterramiento como el material que se utilice para embellecerlo.

Las unidades de enterramiento

Se conoce a las unidades de enterramiento más importantes a aquellas que se utilizan un mayor número de veces. Estas son la tumba, el nicho y el columbario. Estos espacios tienen en común que se trata de destinos finales para contener tanto el cuerpo como los restos de personas difuntas. Hay que reconocer que estos tres sistemas de contención son de titularidad pública, están avalados por el estado y que su uso va a depender de las concesiones administrativas que tenga cada localidad, algo que ya está suficientemente extendido a lo largo y ancho de todo el territorio nacional. En cualquier caso, habrá que pagar una tasa para recibir el derecho de ocupación.

1. La tumba

La tumba, el sistema más conocido y tradicional, aunque no por ello el más habitual en estos tiempos. Se suele confundir en demasiadas ocasiones con el nicho. La diferencia fundamental con este es que la tumba es una cavidad excavada en la tierra, aunque también puede construirse en piedra en su superficie, siendo el lugar donde se va a enterrar el cuerpo sin vida de la persona. Además de ser usado para el cuerpo del fallecido, no es extraño ver como se introducen en ellas restos incinerados, féretros o los restos de la persona fenecida.

2. El nicho

Con la misma función que la tumba, el nicho se diferencia en que no está excavado ni se localiza justo en la superficie de la tierra. Este sistema se instala sobre una cavidad abierta en un muro, una pared con la suficiente profundidad, una estructura de cemento colocada en vertical por la que se introduce el féretro y que posteriormente se sellará por el mismo lugar por donde se ha metido. De forma general, los nichos están ocupados por un solo cuerpo, aunque hay excepciones. Lo normal es que las medidas tanto de alto como de ancho y profundo correspondan a las que tiene el ataúd, dejando algo de margen para que pueda ser introducido con facilidad por los operarios.

3. El columbario

Esta última fórmula de contener los restos de un difunto es la que más difiere de todas. Un columbario se utiliza solo y exclusivamente para contener cenizas, por lo tanto, como cabe suponer, el espacio necesario es mucho menor. Se utiliza para dejar en su interior las urnas incinerarías, son muy pequeños, aunque su aspecto exterior podría confundirse con un nicho.

Diferencias entre los tres sistemas

Si bien es cierto que los tres modelos utilizados más comúnmente para dejar descansar los restos de un ser querido van a requerir del trabajo de una empresa de lápidas para dejar constancia y memoria de a quien pertenecían esos restos, existen diferencias fundamentales en cuanto a tiempo de ocupación y al precio de cada una de ellas.

Estos dos conceptos van a variar según las tarifas municipales y la ordenanza que se encuentre presente en el momento, es decir, están en constante cambio, variando notablemente según el lugar destinado a dar descanso definitivo a un fallecido. Como norma general, en las tumbas y los columbarios la titularidad puede llegar a alcanzar los 99 años. Sin embargo, en el caso de los nichos, los plazos son mucho menores, de unos 10 años, aunque pueden solicitarse prorrogas continuas en relación a este tipo de concesión de derecho funerario.

En cualquier caso, si no se paga el derecho de ocupación o de renovación se terminará sacando el cuerpo del nicho. Estos restos pueden ser incinerados, enterrados en fosas comunes o transportados a un laboratorio seco donde los forenses almacenan los huesos para que estudiantes e investigadores trabajen con ellos.

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